Hay personas que asocian el consumo de alcohol con una actitud más desinhibida y sienten menos vergüenza al iniciar o mantener una relación después de beber. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, la timidez actúa, positivamente, como un factor de protección ante posibles conductas sexuales de riesgo.

En ocasiones se valora que su uso puede favorecer el deseo sexual y/o facilitar un contacto personal que pueda finalizar en una relación sexual. No obstante, el uso excesivo de alcohol puede repercutir negativamente en la sexualidad:

  • Dificultando la erección o disminuyendo la sensibilidad.
  • Practicando sexo con una persona no escogida, o con un comportamiento, ritmo o intensidad diferente al deseado.

También pueden aparecer sensaciones desagradables –especialmente el día siguiente– por una relación en la que se ha perdido o disminuido el control por el uso de alcohol: sensación de abandono o vacío, o sentimientos de sentirse utilizada o utilizado.

En caso de que se prefiera establecer relaciones tranquilas y más seguras, es importante ser cauto o cauta con el alcohol.

Si bajos sus efectos se mantienen relaciones sexuales, conviene mantener la capacidad de decisión sobre temas como el uso del preservativo o la elección de: con quién y de qué manera.

En ningun caso el consumo de alcohol o de otras substancias justifica cualquier tipo de abuso sexual.

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