La cocaína tiene un poderoso efecto estimulante sobre el sistema nervioso central. La cocaína bloquea la recaptación de determinados neurotransmisores, que son las sustancias que hacen posible la comunicación entre las células nerviosas, denominadas neuronas.

Las neuronas son las células fundamentales del sistema nervioso. El núcleo de la neurona se encuentra en el cuerpo celular o soma. Las neuronas pueden transmitir información a otras células mediante cambios electroquímicos que se propagan siempre desde las dendritas hasta el terminal situado al final del axón. Las neuronas no están conectadas entre sí, sino que mantienen una separación microscópica denominada sinapsis.

El intercambio de información entre dos neuronas es el resultado de la liberación de una sustancia química –un neurotransmisor– desde el terminal presináptico que actúa sobre receptores específicos situados en la membrana de la célula siguiente. La dopamina es un importante neurotransmisor presente en las sinapsis de numerosas estructuras cerebrales implicadas en la modulación del movimiento, la vida afectiva o el placer, entre otras funciones.

En condiciones normales, la dopamina liberada por el terminal presináptico es parcialmente recuperada con la intervención de moléculas transportadoras de dopamina (representadas en la imagen en color granate). La cocaína inhibe la acción de los transportadores de dopamina, provocando un aumento de la actividad de las vías nerviosas en las que interviene este neurotransmisor.

Su interacción con los receptores postsinápticos genera la activación de circuitos cerebrales de recompensa, provocando: efectos reforzadores positivos y euforia.

Se sabe que la cocaína puede provocar efectos irreversibles en el sistema nervioso central. Por eso sus consumidores pueden padecer graves consecuencias.

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