Para saber si alguien está demasiado liado con las drogas podemos hacer varias cosas. Primero preguntárselo, aunque tenemos que tener en cuenta que a veces el hecho de negarlo –todavía más cuando se hace con agresividad o malas formas– puede ser indicador de que se lleva mal. También lo podemos hablar con personas que la conocen para saber su opinión: amigos, amigas, familia, etc.

Y, por último, intentar valorar simultáneamente diferentes aspectos:

  • La frecuencia (¿consume siempre que sale y sale mucho?), la cantidad (¿toma mucho?).
  • Los sitios en los que se mueve (¿es un local o un tipo de fiestas donde ciertas drogas tienen mucho protagonismo?).
  • La gente con la que se mueve (¿sus colegas también consumen muchas drogas? ¿sólo se mueve con gente del rollo?).
  • Lo que habla (¿constantemente habla de lo que ha tomado o de las fiestas que se da?).
  • Las repercusiones en su vida (¿deja de ir a clase o trabajar después del fin de semana? ¿está unos días de bajón o agresiva después de salir de fiesta?).
  • El estado físico y psicológico (¿se le ve mal –más delgada, con mala cara…? ¿tiene cambios bruscos de estado de ánimo o a veces se le va un poco la cabeza?).

Todo ello nos puede dar una idea fiable para saber cómo lleva el consumo, si este es problemático y si puede necesitar ayuda.

Cuando una pareja tiene problemas a veces podrá remontar la situación cambiando cosas, mientras que en otras circunstancias lo mejor será dejar la relación. Y algo parecido pasa con las drogas.

Si una persona tiene un consumo problemático de drogas puede aprender de la experiencia, darse cuenta de qué no ha hecho bien, y cambiar la manera de consumir. Con este cambio buscará conseguir que esas sustancias le hagan estar más bien que mal y no le repercutan negativamente en su economía, en sus relaciones, o en su estado físico y mental. Para ello tendrá que volver a realizar un uso moderado, reduciendo la cantidad consumida o la frecuencia en que las toma. De hecho el inicio del consumo suele hacerse así: es difícil que alguien empiece fumando porros cada día o bebiendo muchos cubatas en una noche.

En otras ocasiones por sus características personales (es de las que si hace algo se tira de cabeza, tiene demasiada tendencia a buscar sus efectos…), por su entorno (las tiene demasiado a tiro y esto impide hacer un consumo moderado…), por las características de la propia sustancia (es una droga muy adictiva como el tabaco o muy golosa como la cocaína…), lo mejor sea abandonar totalmente el consumo. A menudo es más fácil tener claro que no consume una droga que tener que decidir cuándo sí y cuándo no, o controlar la cantidad.

De cualquier modo tanto si no se consume como si se toman drogas de una forma moderada y autocontrolada (descansando temporadas, evitando que protagonice en exceso la fiesta, evitando pasar de cierta cantidad, etc.), la persona se evitará unos cuantos problemas.

Cuando hemos hecho lo que hemos podido y no hay manera, es fácil que nos enfademos, que tengamos ganas de pasar de esa persona o que pensemos que no lo hemos hecho lo bien que querríamos.

Sin embargo hay dos cosas que tenemos que tener en cuenta: que el problema lo tiene él o ella y que es verdaderamente quien está mal (diga lo que diga), y que nosotros podemos ayudar pero que la decisión de dejarlas no nos corresponde a nosotros.

En caso de que no quiera dejar de consumir, además de no implicarnos o hacernos cómplices en su historia con las drogas, podemos ofrecer nuestra amistad o compañía en el caso en que decida cambiar. El hecho de saber que puede contar con nosotros le ayudará –en caso de que se lo plantee– a dejar las drogas, porque un sentimiento muy común cuando se abandona el consumo es justamente la soledad.

Por otro lado que no queramos estar con esa persona cuando está consumiendo o de fiesta –es fácil que lo pasemos mal nosotros y también ella–, no implica que no lo podamos hacer en otros contextos (de día o de noche en espacios tranquilos).

En cualquier caso igual que tenemos que respetar –nos guste o no– su decisión, esta persona también tendrá que respetar la nuestra. Y si la situación nos está haciendo daño a nosotros –porque verla así nos hace pasarlo mal o porque no nos trata bien–, nos tendremos que proteger. Y esto, en ciertas situaciones, implicará poner tierra de por medio.

Lo más recomendable es intentarlo primero por propia iniciativa aunque esto comporte apartarse un tiempo o dejar definitivamente de verse con “colegas de consumo”, no salir de fiesta, buscarse otras actividades para llenar el tiempo que antes se dedicaba a salir y consumir, etc. Se debe tener en cuenta que el síndrome de abstinencia de algunas sustancias como el alcohol puede comprometer gravemente la salud de la persona, por lo que debe realizarse la deshabituación bajo supervisión médica.

Pedir ayuda a la familia o a una pareja -si se tiene- en ocasiones le podrá ayudar. E incluso decirlo a sus amigos o amigas; muchas veces le podrán proteger si saben que se quiere distanciar del consumo, no avisándole para salir si van a tomar, no ofreciéndole a tomar o de otras formas.

Sin embargo puede pasar que aunque lo intente por su cuenta, ponga mucho empeño y fuerza de voluntad, no lo consiga. Además aunque a veces los fracasos ayudan, en otras ocasiones desaniman y frustran. Por todo ello es probable que necesite ayuda profesional.

De hecho, si dejar las drogas fuera fácil no existirían centros especializados. Estos existen para las personas que las quieren dejar –o reducir significativamente el consumo– y necesitan ayuda profesional.

Cada pueblo, ciudad o barrio –en ciudades grandes– tiene un centro de referencia. Al igual que la red sanitaria, social o de salud mental, la red de atención a las personas drogodependientes está sectorizada. En principio la persona deberá ir al que le toca en función de dónde viva.

Estos centros actúan como eje del tratamiento. Una vez han hecho el diagnóstico, si la persona necesita otro tipo de recurso (sanitario o social) se encargarán de hacer la derivación.

Hoy en día con Internet toda la información está a nuestro alcance y en cinco minutos ya podemos saber qué centro corresponde a nuestra zona. Tanto los ayuntamientos como los gobiernos autonómicos informan sobre su red. El Plan Nacional sobre Drogas también pone a nuestra disposición un directorio con todos los centros del Estado: http://www.pnsd.mscbs.gob.es/ciudadanos/ayudaCerca/home.htm

Una vez localizado se puede llamar por teléfono para pedir una visita. Es importante ser conscientes de que los centros de tratamiento tienen una lista de espera que, dependiendo de la zona y de la época del año, será más o menos larga.

Si usted reside en la CCAA de Catalunya, también puede dirigirse al servicio de información de Projecte Home.

En la mayoría de los casos, no. Normalmente se puede abandonar un consumo problemático –con el apoyo de especialistas o no– sin cambios de residencia. La persona podrá seguir estudiando, trabajando (o buscando trabajo), o viviendo en su mismo domicilio. Sin embargo deberá modificar ciertos hábitos, evitar algunos espacios de ocio, mantenerse lejos de ciertas personas, pero el eje de su vida no tendrá porqué sufrir cambios significativos.

Pero algunas personas sí necesitan un cambio rotundo para que su tratamiento tenga unas posibilidades de éxito altas. En ocasiones convendrá un ingreso hospitalario unos días para desintoxicarse si tiene una fuerte dependencia física.

En otros tendrá que acudir a una comunidad terapéutica de deshabituación cuando para dejar el consumo de drogas necesite romper definitivamente o temporalmente con un entorno que dificulta enormemente que no las tome (ciertos barrios, algún tipo de familia, etc.). Y también cuando su tratamiento –por la gran dependencia que tiene– no tenga que ser una actividad más sino la principal. En estos casos la persona deberá estar unos meses realizando el tratamiento para luego o bien volver a su entorno con suficiente fuerza para mantener la abstinencia, o bien utilizarlo de plataforma para crearse una nueva vida en otro lado.

Las comunidades terapéuticas son centros con un equipo profesional educativo, psicológico y sanitario. Están diseñadas para la deshabituación del consumo, trabaja intensivamente individualmente y en grupo, e incorpora en la última fase del tratamiento la inserción social.

A veces sí. Y no porqué no pueda ir sola; si iba a comprar las drogas o a consumirlas sola, también podrá espabilarse para ir al centro que le toca. Sino porque quizás le cueste, le dé vergüenza o simplemente prefiera sentirse apoyada por personas importantes para ella: pareja, amigos, amigas, familia, etc.

En cualquier caso, recomiendan que nosotros ayudemos y demos apoyo pero no sustituyamos lo que le toca hacer a ella. Podemos buscar el teléfono pero mejor que llame ella. Podemos acompañarla pero mejor que no la forcemos a ir. Podemos aportar alguna información en una visita pero tendrá que ser ella la que sea protagonista de la entrevista.

En otras ocasiones la persona agradecerá más que le acompañemos en otros espacios o situaciones relacionadas con su proceso. Quizás tenga más dificultades para encontrar amigos con los que tomar algo sin que tenga que ser necesariamente alcohol, para salir a sitios que no tengan nada que ver con el consumo (hacer una excursión por la montaña, ir al cine…), o simplemente para estar a gusto y olvidarse de la vida de antes. Y en todo esto también podemos tener un papel importante.