Hablar de tipos de drogas es hablar de categorías. Y agrupar lo que sea en categorías implica utilizar uno o más criterios para ello. Criterios hay tantos como gustos, pero por suerte, en drogas, hay algo de consenso en cuanto a qué criterios seguir para clasificar las sustancias llamadas drogas. Según la clasificación que utilicemos nos relacionaremos con las drogas, ya sea con las sustancias en sí mismas o con los temas de debate y estudio que surgen de las mismas.
La primera clasificación que a muchas personas les viene a la mente esta relacionada con la legalidad. Esto haría una clasificación simple de legales e ilegales, aunque visto el ritmo de aparición de nuevas sustancias podríamos incluir la categoría de alegales.
Cada cultura tiene sus drogas “legales” e “ilegales”, y los motivos de que una y no otra sea legal o ilegal no suelen tener mucho sentido. Como ejemplo cercano en lo referente a las diferencias en los usos de drogas por cultura, tenemos a los países de mayoría musulmana, donde el alcohol está prohibido y en cambio el consumo de cannabis se tolera. En los países occidentales suele ocurrir al contrario, el alcohol está permitido y promocionado mientras que los productos del cannabis están perseguidos.
Aunque no siempre fue así. Han habido algunos intentos de prohibir el alcohol en el mundo occidental. El que más repercusión tuvo fue el de EEUU por las graves consecuencias sociales que tuvo llevar a cabo esa prohibición. La llamada Ley Voldstead (ley seca) fue la culminación de unas demandas civiles que tenían que ver con los efectos del alcohol en las personas. Mezclando argumentos morales: el alcohol corrompe a las personas, rompe familias, condena al infierno; con argumentos de salud: toda la serie de enfermedades hepáticas, mentales, etc..; fuerzas populares organizadas en lo que se llamó el Movimiento por Templanza comenzaron a ganar adeptos y simpatías. De esa manera en 1914 se reunieron 6 millones de firmas pidiendo al congreso la prohibición del alcohol. Lo que sucedió a partir de ahí se podría resumir en justamente lo contrario de lo que se proponía:
[box type=”bio”] Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno. (Voldstead, 1920).[/box]
Lejos de vaciarse las cárceles, éstas se llenaron de personas que hacían negocio con el alcohol, como policías, médicos, farmacéuticos, etc. que también querían ganar dinero. Muchas personas sufrieron enfermedades e incluso murieron por consumir alcohol adulterado, de baja calidad, contaminado, etc. La ley no suprimió la demanda, sino que esta continuó, por lo que pronto aparecieron grupos organizados que ofrecían aquello que legalmente no se podía conseguir. Así que unos años después esa prohibición se eliminó y el alcohol volvió a fluir por las calles estadounidenses.
Moverse en este tipo de parámetros puede facilitar las decisiones a la hora de consumir, pero puede ser perjudicial para la salud, pues muchas veces no se tienen en cuenta los factores de salud de las sustancias legales.
Una segunda clasificación sería la relacionada con los efectos que producen las sustancias en el cerebro. Los tres tipos de efectos más habituales serían: estimulantes, depresores y alucinógenos. Aún así podríamos hilar más fino y hablar de efectos entactógenos (capacidad de generar contacto con el interior, de despertar empatía hacía uno mismo y hacia los demás), enteógenos (la etimología de la palabra vendría a decir algo así como “el nacimiento de dios en un o mismo” o “manifestación interior de lo divino”, ese concepto sirve para designar sustancias alucinógenas que se han utilizado en contextos religiosos, rituales, etc…), disociativos (efectos que producen una sensación de separación del propio cuerpo y del entorno), etc. Y sobre todo, los efectos pueden variar de persona a persona. Por ejemplo, el alcohol puede estimular levemente a algunas personas y a otras aletargarlas, el cannabis puede relajar a algunas personas, estimular levemente a otras o producir alucinaciones. A pesar de ello, una clasificación de los tipos de drogas más comunes sería la siguiente:
- Estimulantes: Tabaco, cocaína, anfetamina, cafeína, MDMA
- Depresoras: alcohol, cannabis, benzodiazepinas, GHB, opio, opiaceos
- Alucinógenas: LSD, setas mágicas, 2CB
Otra posible clasificación de los tipos de drogas que existen sería la que tiene que ver con el daño que produce su consumo. Es posiblemente la clasificación más compleja de elaborar. Definir el daño para poder evaluarlo es una tarea difícil ya que por un lado es un concepto subjetivo y por otro lado hay distintos tipos de daños así como grados del mismo. El investigador David Nutt hizo un estudio para evaluar los daños que producen algunas drogas y los dividió en tres categorías: daño físico, dependencia y daños sociales.
Por daño físico entiende el daño que produce el consumo de una sustancia en el propio consumidor. Se valoraban factores como la vía de administración, los posibles efectos adversos como depresión respiratoria, cardiopatías, etc.
Por dependencia se valora la capacidad que tiene una sustancia de generar algún tipo de dependencia en el consumidor. Desarrollar dependencia a alguna sustancia es un factor de riesgo que produce daños en distintas áreas de la persona: relaciones sociales, salud física, salud psicológica, laboral, etc. La dependencia está muy relacionada con el placer que aporta el consumo de la sustancia. Placer relacionado con el refuerzo positivo (inicialmente la persona consume porque le gusta o le aporta satisfacción) y con el refuerzo negativo (la persona consume para paliar el malestar producido por el síndrome de abstinencia). Estos placeres están relacionados con las descargas de dopamina (entre otros neurotransmisores) en determinadas partes del cerebro.
Y por último, en cuanto al daño social se tienen en cuenta factores como el daño al entorno familiar o al social más próximo, a los costes para el sistema de salud, etc.
Utilizando estas tres variables David Nutt llevó a cabo una recogida de datos que le sirvió para categorizar los daños que produce el consumo de distintas drogas. Los resultados chocaron de frente con las listas de fiscalización de estupefacientes. Estas listas se supone que están basadas en la protección de la salud, pero la manera en la que se llevaron a cabo no se conoce. Es decir, se puso de manifiesto que alrededor de las drogas no hay una razón objetiva que sirva para prohibir o no una sustancia, o regular o no otra. Si nos guiáramos por la escala de peligrosidad de Nutt, sustancias de uso y abuso actuales y legales estarían prohibidas por la cantidad de daños que producen a la persona, a la sociedad y por la dependencia que generan.
Esto es un extracto de una conversación entre Nutt y Jacqui Smith, una ex secretaria de estado de interior del gobierno de Gordon Brown:
[box type=”bio”]
– No pueden compararse los daños de una actividad legal con los de una ilegal.
– ¿Por qué no?
– Porque una es ilegal.
– ¿Por qué es ilegal?
– Porque causa daño
– ¿No necesitaríamos comparar daños para determinar si debiera ser ilegal?
– No pueden compararse los daños de una actividad legal con los de una ilegal.[/box]
Esta es la lista:
El alcohol es con diferencia la que más daño social genera y es la sustancia más permitida, promocionada y consumida en nuestro entorno.
Hasta aquí hemos visto tres maneras de clasificar las sustancias: según su estado legal, según sus efectos y según los daños que puede producir su consumo.
Una posible conclusión es que estamos ante un fenómeno complejo y sobretodo muy subjetivo. El consenso mayoritario de que la lucha contra la droga era una lucha a favor de la salud empieza a quebrarse. Nuevas voces no solo comienzan a escucharse sino que están produciendo cambios en las legislaciones de distintos países haciendo que caso omiso de los tratados internacionales que suscribieron.
El mayor conocimiento en esta materia ha contribuido sin duda a estos cambios, ya que las posturas respecto a las drogas, es decir, como nos situamos, qué criterio usamos para entenderlas está cambiando alrededor del mundo. El foco puesto en la oferta y en la sustancia está cambiando hacía la persona posibilitando la educación, las políticas de reducción de riesgos, etc…
En un primer momento el concepto droga puede servir como categoría única para muchas personas. Si alguien dice que tal o cual sustancia es droga automáticamente se le cuelga la etiqueta de peligrosa, inmoral, etc. Pero dar un paso e intentar comprender qué hay detrás de esa palabra implica, como hemos visto hasta ahora, una historia inmensa que mezcla tradición, política oquímica y de la que cada día se escriben nuevos volúmenes. Nuestros juicios de valor están determinados por nuestros criterios, así que nuestra manera de entender y relacionarnos con las drogas y las personas que hay a su alrededor (consumidores, traficantes, policías) cambiará según cuales sigamos.
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Aquí tienes más información sobre este estudio de Nutt:
Artículo traducido: http://www.tediumvitae.com/revista/no-6/desarrollo-escala-para-evaluar-el-da%C3%B1o-de-las-drogas
Vídeo programa Redes: http://www.dailymotion.com/video/xya7os_escala-de-peligrosidad-de-drogas-en-uk-david-nutt_school
Opinión de la investigación: http://www.revistadelibros.com/blogs/ciencia-al-alioli/la-excentricidad-del-dr-nutt
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