Bajo el nombre genérico de drogas de síntesis se agrupan todas aquellas sustancias psicoactivas obtenidas a través de procesos químicos en laboratorios. También se conocen como drogas de diseño, de su traducción del inglés (designer drugs).
En general, contienen distintos derivados anfetamínicos o de otras sustancias que poseen efectos estimulantes y/o alucinógenos de intensidad variable, y que se encuentran en el mercado en diversas formas (pastillas, cápsulas, polvo, líquidos…).
La mayoría de ellas inicialmente fueron sintetizadas por empresas farmacéuticas (como éxtasis, ketamina, MDMA, etc). Sin embargo, actualmente la mayoría de esas empresas no las producen, por no cumplir los requisitos necesarios para su uso terapéutico. Ahora se producen, pues, en laboratorios clandestinos sin garantías sobre sus componentes ni ningún tipo de control.
Aunque hay drogas de síntesis que pertenecen a diversos grupos de sustancias, los análogos de las feniletilaminas (como los derivados anfetamínicos, la metanfetamina y la mescalina) son el grupo más numeroso y al que se suele hacer referencia cuando se habla de estas sustancias. La mayoría de ellas tienen propiedades estimulantes y, con más o menos intensidad, alucinógenas, aunque sus efectos también dependen de aspectos personales (carácter, expectativas, contexto, estado de ánimo de la persona consumidora, etc.).
Si alguna cosa caracteriza a las drogas de síntesis es el desconocimiento que tienen las personas consumidoras del contenido de las presentaciones que obtienen de manera ilegal. No solo porque coexisten diferentes principios activos, sino por las diferencias de concentración. En algunos casos se han adulterado con sustancias peligrosas.
El hecho de que el uso de las drogas de síntesis suela reservarse a ciertos ambientes, permite que muchas personas que desean abandonar su uso lo hagan, simplemente, dejando de acudir a los espacios relacionados con ellas.