Consecuencias físicas
- Enlentecimiento de la respiración. En dosis elevadas y, sobre todo, al mezclarlas con alcohol, la respiración puede llegar a detenerse.
- Pulso más lento.
- Ligera disminución de la presión arterial.
- Efecto rebote cuando se interrumpe el consumo (convulsiones u otras consecuencias dañinas).
- En dosis más altas de las necesarias: somnolencia o falta de coordinación motora.
- En dosis altas, especialmente si se mezclan con alcohol, estas sustancias depresoras pueden ser letales.
- Alteración del rendimiento psicomotor.
- La sobredosis puede producir un estado de sueño profundo que puede llegar al coma.
Consecuencias psicológicas
- En dosis más altas de las necesarias: déficit de memoria.
- Desinhibición.
- Afectación del rendimiento académico o laboral.
- Pueden inducir algunos trastornos mentales psicóticos, bipolares, depresivos, ansiedad, del sueño –vigilia, disfunciones sexuales y neurocognitivas (DSM- V).
- Alteración de la memoria: por un lado, dificultan la adquisición de nuevos conocimientos. Por otro, pueden causar amnesia: no recordar lo que sucedió después de haber tomado la medicación.
Otras consecuencias
- Aumento del riesgo de sufrir accidentes.
- Dificultades interpersonales (discusiones o peleas), y pueden contribuir a comportamientos muy agresivos.
- Somnolencia, que aumenta el riesgo de sufrir accidentes que puede afectar a la conducción o a la manipulación de máquinas pesadas y peligrosas.
- Las personas de edad avanzada, aunque consuman estos medicamentos bajo una prescripción médica, presentan un mayor riesgo de problemas cognitivos y de caídas. Es un grupo muy vulnerable y al que se le prescribe con mucha frecuencia.
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