No existe una pauta para evitar los problemas con los psicofármacos depresores. En función de la persona (su estado de ánimo, su peso, constitución, edad…), la sustancia (su pureza, origen, concentración de principio activo…) y el entorno (dónde y con quién se consume), los efectos variarán y causarán experiencias distintas en diferentes individuos.
En el caso de que se quiera consumir, es recomendable preguntar antes al personal médico. También hay que valorar los tres niveles que hemos mencionado para poder decidir si es el mejor momento para proceder al consumo, y tener en cuenta algunas orientaciones para minimizar riesgos:
La persona
- Conocer las características del propio cuerpo para saber cuál será el consumo menos perjudicial. Dosificar en función de la potencia de la sustancia y del cuerpo.
- Tener o haber tenido antecedentes de problemas psicológicos puede empeorar la situación y aumentar las probabilidades de desencadenar algún tipo de patología.
La sustancia
- Es importante espaciar el consumo, así se minimizarán los riesgos asociados.
- No olvidar que, aunque se trate de un medicamento, si el consumo se hace sin la supervisión médica, los efectos pueden ser muy variados. Siempre que se valore consumirlos, es preciso consultar a un médico y complementarlo con otro tipo de trabajo personal.
- Informarse bien de los efectos adversos. Recordar que un consumo prolongado aumentará la toxicidad y los riesgos.
El entorno
- Los efectos variarán en función del motivo por el que se consuma y el entorno.
- Si se está tomando este tipo de sustancia, evitar realizar tareas complicadas, con maquinaria peligrosa o pesada y conducir un vehículo.
- Estar bajo sus efectos afectará al desarrollo laboral y académico. Estos se verán afectados cuanto mayor sea la ingesta.