Efectos inmediatos

  • Deterioro de la memoria a corto plazo.
  • Disminución de la atención, la capacidad de juicio y otras funciones cognitivas.
  • Alteración de la coordinación motora y del equilibrio.
  • Aumento de la frecuencia cardiaca.

Consecuencias a medio plazo (su duración es superior a la de la intoxicación, pero no son permanentes):

  • Deterioro de la memoria y de la capacidad de aprendizaje.
  • Reorganización de las fases del sueño, disminuye la fase REM, que implica dificultades para descansar profundamente, para soñar y para retener la información del día anterior entre otras.

Consecuencias a largo plazo (efectos acumulativos y potencialmente permanentes del consumo crónico):

  • Dependencia.
  • Aumento del riesgo de bronquitis crónica y enfisema.
  • Aumento del riesgo de cáncer.

La evidencia científica de que se dispone hasta el momento sobre la conexión que existe entre el uso de marihuana y determinadas enfermedades mentales (tipo psicótico), se refiere a personas con predisposición genética, antecedentes u otra vulnerabilidad.

El hecho de que los porros se fumen sin filtro, o con filtros poco efectivos, y que las caladas sean profundas y mantenidas, provoca una concentración de carboxihemoglobina superior a la del tabaco, con el consecuente riesgo de sufrir enfermedades respiratorias como: bronquitis, enfisema o cáncer de pulmón. Los problemas que crea el uso de cannabis están en relación directa con el contexto, la cantidad y la frecuencia de uso. De ahí que a quien consume le convenga, para mantener los efectos que busca, hacerlo de forma moderada.

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