Las personas que han dejado de fumar expresan, sin dudarlo, que vale la pena. Para abandonar la dependencia hace falta tomar una decisión firme y esforzarse por hacerla efectiva, introduciendo cambios en las costumbres, potenciando la motivación y buscando ayuda –si se necesita. Estas ideas suelen resultar útiles:
Antes de dejarlo:
- Fijar una fecha para dejar de fumar y comunicarla a amigos y familiares, ya que hacerlo ayuda a comprometerse. Conviene procurar que sea un día sin demasiadas tensiones (fin de semana o vacaciones).
- Valorar las ventajas e inconvenientes de dejar de fumar y elaborar una lista con los principales motivos para dejar el tabaco.
- Tomar conciencia de las situaciones más proclives a fumar (cuándo, cómo y por qué). Esto ayudará a prevenir y evitar situaciones en las que la recaída es más fácil.
- Valorar la conveniencia de usar recursos farmacológicos (parches o chicles de nicotina u otros medicamentos que están dando buenos resultados). Si se decide usar alguno de estos tratamientos, debe consultarse antes con un o una especialista.
- La noche anterior conviene deshacerse del tabaco y de los utensilios con él relacionados (ceniceros, mecheros, etc.).
Cuando se ha iniciado la abstinencia:
- En caso de que cueste controlar el deseo, se puede revisar la lista de motivaciones para dejar de fumar y reforzar esta decisión.
- Evitar el consumo de bebidas asociadas a fumar –como el café o el alcohol. En el caso de las bebidas alcohólicas, su alteración de la conciencia puede favorecer la recaída.
- Saber que, de manera intermitente, aparecerán fuertes deseos de fumar. Sin embargo, con el tiempo irán desapareciendo gradualmente y perderán intensidad.
- En caso de que no se desee aumentar de peso, será necesario vigilar la alimentación y –si se pica entre horas– consumir productos bajos en grasas o azúcares.
La abstinencia del tabaco va acompañada de una inmediata mejoría física. Sin embargo, es fundamental aprender a controlar el pensamiento para mantenerla.