La nicotina es una sustancia muy adictiva que genera dependencia rápidamente.
La dependencia a la nicotina se ve potenciada por la forma en que esta sustancia es liberada del cigarrillo. Después de una inhalación, la nicotina tarda poco menos de 10 segundos en llegar al cerebro. Aunque la nicotina se absorbe rápidamente, sus efectos agudos desaparecen en unos pocos minutos. Esto explica que una persona fumadora necesite cigarrillos con mucha frecuencia para evitar el síndrome de abstinencia –físico y psicológico.
La dependencia al tabaco es física y psíquica. Y es esta última la más intensa y determinante. Así, lo que determina que una persona fumadora necesite nicotina para funcionar con normalidad no es tanto el deseo de evitar un cuadro físico desagradable como una necesidad –de origen químico– del sistema nervioso central (que se expresa en forma de pensamientos, emociones o estados de ánimo indeseados).
Uno de los principales factores que explican la dificultad de los fumadores para dejar de fumar es la aparición de un síndrome de abstinencia. Aparece pocas horas después de interrumpir el consumo de nicotina. Generalmente, sus síntomas aparecen entre las 6 y las 12 horas desde el último consumo, alcanzan su máximo entre el primer y el tercer día, y tienen una duración media de 3 o 4 semanas. Sin embargo, algunas personas experimentan molestias meses después de dejar de fumar.
Los síntomas orgánicos más comunes de la abstinencia en las personas adictas al tabaco son: dificultades para conciliar el sueño, trastornos gastrointestinales, somnolencia, dolor de cabeza, dificultades de concentración, disminución del rendimiento psicomotor, etc. A estas se les suma el malestar emocional: estados depresivos leves, desmotivación, irritabilidad, impaciencia y otros.
Todo ello facilita que muchas personas fumadoras no consigan dejar de fumar cuando se lo proponen y/o tengan recaídas.
Igual que la industria del armamento, las empresas tabaqueras viven y se nutren de la “vida” de las personas. Para ello no escatiman recursos, ya que saben que la alta dependencia que provoca su producto les asegura pingües beneficios. Entre otras estrategias utilizan: publicidad engañosa, subliminal o dirigida a menores; tratan el tabaco con sustancias para aumentar su potencial adictivo; aumentan la concentración de nicotina por cigarrillo en países del Sur; y años atrás también ocultaron estudios que mostraban su alta toxicidad y capacidad de producir dependencia.